Las sevillanas se cantan y bailan según la estructura de las seguidillas, y aunque no están consideradas como palo flamenco propiamente dicho funcionan como género aglutinador de elementos rectores de la estética musical flamenca y, por ello, figura como prototipo de la canción folclórica aflamencada.
En el poema del Conde de Noroña titulado La Quincaida, de 1779, aparecen ya las sevillanas como estilo independiente de seguidillas, estilo que aparece muy documentado en todos los bailes celebrados en Sevilla en el siglo XIX influido de forma notable por la escuela bolera de esta época. Existen numerosos tipos de sevillanas, diferenciándose fundamentalmente entre si por la melodía sobre la que se canta y el modo de acompañarlas, aunque todas mantienen la estructura de cuatro letras de seguidillas separadas entre si por la posición del baile, la posición llamada “bien parao” en el baile bolero.
La estructura formal de las sevillanas es común a todas la variantes: introducción-salida-vuelta-salida-vuelta-salida-cierre. Es baile de parejas y consta de numerosos pasos pertenecientes en su mayoría a la escuela bolera y la antigua escuela española de palillos, entre los que destacan el paseo, la pasada, el zapateado, el careo, las vueltas o el braceo.
Estructura coreográfica
La sevillana es un baile de pareja, normalmente formada por hombre y mujer, aunque también es común ver mujeres bailando juntas, en una sola pareja o formando grupos de parejas, incluso a veces, formando filas paralelas completas de hombres y mujeres enfrentados. También se puede ver a varias parejas de mujeres agrupadas en una sola, bailando en círculo e intercambiando las parejas iniciales a medida que avanza el baile.
Las sevillanas siempre se bailan en series de cuatro (antes se bailaban siete, incluso ocho). En Lebrija, durante las «Cruces de Mayo», se siguen bailando en número indefinido mientras el corro de gente va cantando una letra tras otra.
Cada sevillana es coreográficamente distinta y lleva el nombre de su posición en la serie de cuatro: «primera», «segunda», «tercera» y «cuarta».
Por tanto, el cante consta de cuatro coplas consecutivas, dejando un breve intervalo entre cada una de ellas (como uso común en los discos, se suele dejar un compás de 3/4 en silencio, antes de empezar la siguiente, aunque no tiene por qué ser así).
Normalmente se conserva el mismo aire musical y la misma tonalidad para los cuatro bailes y se canta sobre cuatro poemas distintos, pero de la misma métrica, puesto que los letristas modernos, componen por ciclos de cuatro poemas métricamente idénticos y temáticamente relacionados; pero por supuesto también existen en la actualidad sevilanas con cuatro tonalidades distintas y letras independientes (algo parecido a un popurrí), como se hacía en años anteriores.
Cada sevillana está dividida coreográficamente en tres partes, que corresponden a las tres estrofas de cada canción y que se adornan con figuras y pasos distintos.
El profesor García Matos realizó con detalle la transcripción de los pasos en «Danzas populares de España». Trini Borrull describe de una manera más superficial la coreografía de la sevillana en «La danza española».
El baile de la sevillana empieza siempre sobre el segundo tiempo del motivo instrumental (estribillo), que sigue la introducción vocal. Los «bailaores de escuela» a veces inician el baile un poco antes, durante la introducción vocal.